Cuatro alumnos tocando a guitarra

Alumnos crean guitarras reciclando material de escuela

Estudiantes del Instituto Marina Waisman, en Córdoba, no tenían dinero para comprar instrumentos, así que los hicieron reutilizando basura

Madera de muebles viejos, de palets, cartón para maquetas, alambres, son algunos de los materiales que los estudiantes del Marina Waisman usaron para crear sus guitarras y compartir su música. Los dos profesores encargados de llevar adelante este sueño, Fernando Loza y Pablo Curutchet, no se rindieron ante las dificultades.

Desde hace dos años encabezan un proyecto para democratizar la música e impedir que la falta de instrumentos interfiera en las ganas de aprender de los chicos. Uno da Música y el otro, Formación para la Vida y el Trabajo. Ambos coordinan un taller que permitió rescatar de la basura o del olvido materiales claves para el proyecto “Guitarras de papel”.

Cuando comenzaron con la idea, ni los profesores, ni los chicos sabían de lutería, pero fueron aprendiendo en conjunto y probando distintas alternativas.

José Cardozo, estudiante de quinto año, asegura que la propuesta es “tan distinta” que muchos chicos a los que no les interesaba la música terminaron enganchados la idea de crear instrumentos y trabajar con sus manos.

Una persona haciendo una guitarra con sus propias manos
Esta idea comenzó sin saber de lutería ni los profesores, ni los alumnos | Getty Images

Lo mismo rescata Florencia Quinteros, otra adolescente que asegura que “no lo podía creer” cuando vio los resultados terminados de su trabajo de todo el año. “Ahora solo me queda aprender a tocar bien”, dice.

Otro estudiante, Luis Santillán, rescata el valor social que implica tener una guitarra “con casi nada” de dinero: “Compré solo el cartón. El resto son cosas recicladas de la escuela”.

Curutchet rescata la idea no inocente de hacer posible que todos creen sus propios instrumentos: “No solo pensábamos en fabricar instrumentos porque los que teníamos eran pocos, sino que queríamos que los chicos vivieran el proceso para hacerlos”.

Según dicen Curutchet y Loza, el proyecto se transformó en una “onda expansiva” para el resto de la escuela, que también se terminó involucrando en la idea. “La creación y ejecución de los instrumentos les generó mayor sentimiento de pertenencia a la escuela. Tanto es así que algunos van a donar esas guitarras a la institución”, dice Loza con orgullo.