Haixia nació ciego de un ojo y perdió el otro en el año 2000 en un accidente de trabajo; su amigo Wenqi, perdió ambos brazos en un accidente cuando tan solo tenía 3 años de edad. Sin embargo, juntos han plantado miles de árboles en más de 52 hectáreas de tierra para proteger la aldea de Yeli de las inundaciones.
Su historia comenzó en el 2001. Cansados de ver cómo las empresas les negaban un trabajo por sus limitaciones, decidieron complementarse a raíz de una experiencia en casa de Haixia. “Mi hijo llegó un día a casa y me dijo: Papá, olí una naranja cuando otro niño la estaba pelando y casi pude saborearla”, afirmó Haixia.
Eso lo motivó. Diseñaron un plan que, por un lado, les permitiera sacar adelante a su familia, y por otro sirviera también para dejar a sus hijos un mundo mejor. Así que le alquilaron al gobierno local una porción de tierra y comenzaron a plantar árboles. “Yo soy sus manos. Él es mis ojos. Somos buenos amigos”, afirma Haixia.
Cada día salen a las siete de la mañana, llevando como herramientas una barra de hierro y un martillo. Para cruzar el río, Jia Wenqi carga sobre su espalda a su compañero ciego, para llevarle al pedazo de tierra en el que están desarrollando su labor.
Como carecen de recursos para comprar árboles, tienen que recoger algunas partes de los que ya han crecido en la zona. Para ello, Jia Haixia escala los árboles, y guiado por la voz de su compañero selecciona las ramas que luego plantarán como estaca.
Al bajar cava un hoyo para poder plantar el árbol de nuevo en el lugar donde ellos creen que puede servir de ayuda para frenar el impacto de las inundaciones en la aldea. Mientras tanto, Wenqi se encarga del riego y de asegurarse que todos los nuevos árboles plantados en la zona les llegue buen abastecimiento de agua.
Esta bonita historia nos enseña que las limitaciones se las pone uno mismo.