La cultura de la bici se afianza poco a poco en las ciudades. Y, sin embargo, los coches siguen siendo los amos de la carretera. ¿Cómo no iban a serlo con el volumen que ocupan con sus estructuras de acero?
Recientemente, un grupo de ciclistas letones celebró el International Freecar Day en Riga, haciendo que todos nos fijáramos precisamente en eso: en cuánto espacio consume un coche con respecto a una bicicleta. Y los enormes desequilibrios urbanos que eso genera.
En un mundo donde el ruido de los coches inunda nuestras calles y a veces nos hace olvidar que hay una forma mejor de moverse por la ciudad, el International Freecar Day es una forma de recordar que hay otros modos de ver el tráfico.
La bicicleta, por ejemplo, es un método de transporte cada vez más extendido que algunos países han decidido potenciar con políticas públicas. Porque es cierto que cada vez es más frecuente ver carriles especiales para bicis en muchos centros urbanos, así como tiendas especializadas.
De hecho, el año pasado, las ventas de bicicletas superaron en España a las de coches por primera vez en la historia: es una fiebre que contagia incluso al sector turístico.
Sin embargo, el espacio urbano sigue estando, en gran medida, pensado para el uso del coche, y muchos conductores no acaban de entender qué significa realmente la lucha entre distintas culturas del transporte.
Un coche es una gran masa consumidora de recursos. Una bicicleta, sin embargo, es un vehículo compacto que ni contamina ni entorpece el ritmo urbano. Y que también lleva personas encima.
Con sus carcasas de bambú, los ciclistas lituanos recordaron al mundo que ir en bicicleta no es solo un capricho. Y que cuando hablamos de tráfico urbano, también hablamos del papel que cada uno de nosotros juega en él, no solo de lo que hacen los demás.
En cualquier caso, los ciclistas lituanos han abierto una puerta para que todos podamos reflexionar sobre la forma en que nos movemos por las ciudades.
¿Qué pasaría si todos dedicásemos la misma cantidad de espacio y energía a mejorar el transporte público y el ciclismo que al coche? ¿Cómo afectaría eso a nuestra calidad de vida y a la de nuestros vecinos?
Estas preguntas nos llevan a pensar en una forma de vida mucho más sostenible, en la que el ciclismo no sea una actividad marginal, sino una forma de transporte común.
El movimiento de la bici está creciendo a pasos agigantados y una mayor conciencia sobre el uso de la bicicleta como un medio de transporte sostenible es la clave para hacer que nuestras ciudades sean más eficientes. Estamos viviendo una revolución y la celebración del International Freecar Day nos da una idea de lo que podemos esperar en el futuro.