Gran muralla china

Marina Abramovic y Ulay, un reencuentro emotivo

En los años 70, Marina Abramovic y Ulay tuvieron una relación, que terminó con un abrazo en la Muralla China

Pocas veces en la historia del arte, una relación afectiva entre dos artistas ha dado tantos frutos a nivel creativo. Su complicidad y atracción, así como su excelente sintonía y entendimiento, les hizo crear un núcleo de trabajo centrado en su propia relación como pareja.

En performances como Relation Work de 1976, o Interruption in Space, de 1977, Abramovic y Ulay reflexionaban sobre las condiciones dualistas en las que crecía su relación: hombre/mujer, soledad/compañía, deseos/prohibiciones.

Un compañero con el que vivieron, les contó que las únicas construcciones que se podían ver desde el espacio hecho por los humanos eran las pirámides y la Muralla China. Entonces decidieron que iban a caminarla. Les tomó 8 años para que les dieran permisos. Así descubrieron, que la muralla no había sido construida solo para defenderse, sino que era más una estructura metafísica. 

La Muralla es una réplica de la Vía Láctea, que empieza en el Mar amarillo, donde la cabeza del dragón está enterrada en el mar, la cola está en el desierto de Gobi, y el cuerpo está en las montañas. Ulay entonces empezó como el fuego desde el desierto, y ella como mujer desde el mar, el agua. El plan original, era encontrarse en el medio y casarse. Sin embargo, durante el transcurso de la creación de esta performance, la relación entre Abramovic y Ulay se disolvió.

Gran muralla china
La Muralla es una réplica de la Vía Láctea | Getty Images

Recorrieron la Gran Muralla China -unos dos mil kilómetros- y cuando se encontraron en el centro, la pareja se abrazó y consumó su separación decidiendo seguir sus caminos como artistas individuales. Esta fue su última performance juntos. “Fue un final muy dramático y muy doloroso” afirmó Marina.

Veinte años más tarde,  cuando Marina ya era una artista consagrada, el MoMa de Nueva York dedicó una retrospectiva a su obra “The Artist is present”. Artistas en vivo – muchos de ellos desnudos – recrearon obras icónicas de la artista, mientras que ella ejecutaba una performance sentada inmóvil en el atrio del museo, y las personas podían sentarse frente a ella y mirarla a los ojos por un minuto. Cuando se retiraban, ella cerraba los ojos y cuando los volvía abrir, había otra persona.

Ulay se hizo presente, se sentó frente a ella y grande fue la sorpresa cuando Marina abrió los ojos y lo vio. Las personas presentes en el museo, pudieron ver la espontaneidad e intensidad de este encuentro… y ahora ustedes también.